Page 50 - En los muros de Eryx - H.P. Lovecraft
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Al fin y al cabo no me sentía tan mal como debió


               de sentirse Dwight. A diferencia suya, sabía cuál


               era mi situación…, y hombre prevenido vale por


               dos.  Yo  tenía  pruebas  de  que  al  final  se  podía


               alcanzar la salida, y no repetiría su trágico acto de


               impaciente  desesperación.  El  cadáver  —  o  el


               esqueleto  que  ya  no  tardaría  en  ser—  estaba



               constantemente  delante  de  mí  indicando  como


               un  guía  la  buscada  abertura;  y  una  paciente


               tenacidad me conduciría inevitablemente a ella,


               si perseveraba con inteligencia y sin desfallecer.








               Tenía,  sin  embargo,  la  desventaja  de  estar


               cercado  por  esos  demonios reptiles.  Ahora que


               había comprendido la naturaleza de la trampa —


               cuyo  material  invisible  denotaba  una  ciencia  y


               una tecnología superiores a las de la Tierra—, no


               podía  ya  menospreciar  la  mentalidad  y  los


               recursos de mis enemigos. Incluso con mi pistola


               lanzallamas  me  vería  en  apuros  para  escapar;



               aunque la decisión y la rapidez podían ayudarme


               a salir de esta situación.







               Pero antes tenía que llegar al exterior, a menos



               que pudiera atraer o provocar a alguna de estas


               criaturas,  y  hacerla  avanzar  hacia  mí.  Cuando





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