Page 28 - Limbo - Bernard Wolfe
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Aquello era completamente cierto: seiscientos
años de persistente buena voluntad había
desprovisto absolutamente de voluntad a aquella
gente, bastaba con gritarles ¡buuu! para que todos
cayeran al suelo en un montón hebefrenético. El
poblado había sucumbido a un estado de helado
pánico durante semanas, Ubu había sido incapaz
de dormir, todo su metabolismo estaba alterado.
—No se burle —dijo Ubu—. Estoy muy
preocupado.
—Tranquilízate, anciano. No se puede hacer
nada.
—Estoy preocupado no sólo por el poblado.
Desde que aparecieron esos miembros‐raros, he
estado despierto muchas noches, pensando: Se
marchará, el doctor se marchará.
—Supongamos que eso ocurriera —dijo
Martine—. ¿Sería una calamidad tan grande?
—Usted no debe abandonarnos.
—Tonterías. —Martine tomó a Ubu del brazo
y lo condujo hacia la hilera de cubículos que
albergaban a los convalecientes—. Esos
mandungabas —dijo— acostumbraban a ser unos
tipos más bien violentos. Pasaban gran parte de
su tiempo escondiéndose, fabricando lanzas y
bolos y cuchillos y dardos envenenados que están
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