Page 623 - Limbo - Bernard Wolfe
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él temblando, viva en su mente la imagen de la
muerte, el imperecedero niño con el rostro de
bebé de Martine. Cuando el ataque hubo pasado
se secó los ojos y condujo de nuevo, hacia el oeste,
a través de los encostrados álcalis.
¿Pero cuáles eran, exactamente, los pecados de
los padres? ¿Qué pecados, exactamente, había
cometido él que acudieran a visitar a su hijo con
el cuchillo del cirujano? ¿Dónde empezaba su
responsabilidad por esta violación de su propia
carne... qué ruin paternidad tenía que reclamar
allí? ¿Qué parte de sí mismo yacía en
Martinesburg, encerrado en el relicario de aquel
cochecito de niño? ¿De tal padre, tal hijo? ¿Pero
cómo, exactamente?
No lo sabía. Pero sí sabía que el padre había
llevado en su carne alguna muerte
indeterminada, y que de alguna manera
indeterminada la había traspasado a la carne de
su carne, y ahora, mirando al rostro de su hijo,
había visto allí la muerte... y era él mismo. Y había
pecado en ello. Y tenía que descubrir al hombre a
través de aquel pecado que avanzaba en una línea
mugrienta y sucia desde el cuaderno de notas
hasta el cochecito, y no sería nada excepto muerte.
Muerte, alguna clase de muerte, había existido en
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