Page 75 - A La Deriva En El Mar De Las Lluvias - Varios Autores
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tazas de té al día con las mismas briznas de hierba: la
misma rutina, repetida una y otra vez, tal vez con una
breve pausa para comer. Alarga el brazo, coge la taza
que tienes delante con la mano izquierda, moja el
pincel, una, dos, tres pinceladas, coloca la taza detrás
de ti, aclara y repite. Qué algoritmo tan simple. Es tan
humano.
Brad y yo discutimos durante tres meses hasta que
accedió a producir a Aimée, Aimée™ a secas.
Discutíamos en casa, donde una noche tras otra yo
le exponía las mismas cuarenta y una razones por las
que deberíamos hacerlo y él me exponía las mismas
treinta y nueve razones por las que no. Discutíamos
en el trabajo, donde la gente se quedaba mirando a
través de la puerta de cristal mientras Brad y yo
gesticulábamos como locos, en silencio.
Esa noche estaba muy cansada. Me había pasado
toda la tarde encerrada en mi estudio, intentando por
todos los medios acertar con las rutinas para controlar
las contracciones musculares involuntarias de Aimée.
Tenían que estar bien o no parecería auténtica, por
muy buenos que fueran los algoritmos de
aprendizaje.
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