Page 80 - A La Deriva En El Mar De Las Lluvias - Varios Autores
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—¿Estás bien, cielo? —dice Brad desde el otro lado


           de la puerta del baño.




                  Abro el grifo y me echo agua en la cara.




                  —Sí —digo—. Voy a darme una ducha. ¿Puedes


           traer  algo  para  picar  de  la  tienda  que  vimos  en  la


           calle?




                  Darle algo que hacer le tranquiliza. Oigo cómo se


           cierra la puerta de la habitación cuando sale. Cierro el


           grifo y me vuelvo a mirar en el espejo, miro cómo las



           gotas de agua bajan por mi cara siguiendo los canales


           que forman las arrugas.




                  Es maravilloso poder recrear el cuerpo humano,


           pero la mente humana es una broma. Créeme, lo sé.









                  No, Brad y yo le explicábamos pacientemente una


           y otra vez a las cámaras, no hemos creado una «niña


           artificial». Esa no era nuestra intención y no era eso lo


           que habíamos hecho. Era una manera de confortar a


           las madres desconsoladas. Si necesitaras a Aimée, lo


           sabrías.




                  Mientras iba por la calle veía mujeres caminando


           que llevaban con mimo bultos en brazos. Y de vez en



           cuando  lo  sabía,  lo  sabía  sin  ninguna  duda,  por  el




                                                                                                                80
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