Page 77 - A La Deriva En El Mar De Las Lluvias - Varios Autores
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salvo  en  las  cortas  sesiones  supervisadas  por  el


           médico. Pero podía oírla llorar. Siempre podía oírla


           llorar.  Al  final  intenté  romper  el  cristal  con  mis


           propias manos, y lo golpeé, pero no cedió, lo golpeé



           con  las  palmas  de  las  manos  hasta  que  se  me


           rompieron los huesos y me sedaron.




                  Ya nunca podría tener hijos. Las paredes del útero


           no se curaron bien y nunca lo harían. Para cuando me


           dieron la noticia, Aimée era un tarro de cenizas en el


           armario.




                  Pero aún podía oírla llorar.




                  ¿Cuántas  mujeres  más  había  como  yo?  Quería


           algo  que  llenara  mis  brazos,  algo  que  aprendiera  a


           hablar,  a  andar,  que  creciera  un  poco,  el  tiempo


           suficiente  para  despedirme,  suficiente  para  calmar


           ese  llanto.  Pero  no  un  hijo  de  verdad.  No  podía



           ocuparme  de  otro  hijo  de  verdad.  Sería  como  una


           traición.




                  Con  un  poco  de  plastipiel,  un  poco  de  gel


           sintético, con el juego de motores adecuado y mucha


           pericia  en  la  programación,  podía  hacerlo.  Que  la


           tecnología curara todas las heridas.




                  Brad pensaba que la idea era repugnante. Le daba


           asco. No podía entenderlo.




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