Page 106 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Ante  semejante  belleza,  el  trasiego  de  la  noche


            anterior cayó lentamente en las neblinas del olvido.


            Joe  había  relegado  las  malas  sensaciones  y  los


            delirantes descubrimientos al fondo de su mente,


            donde  aún  repiqueteaban  los  tambores  de  la


            incertidumbre pero a un nivel apenas audible. Por


            fin  se  animó  a  abrigarse  y  dar  un  paseo  por  los



            alrededores de la cabaña, siguiendo el camino hacia


            el valle. Era una senda que zigzagueaba entre las


            colinas siguiendo el lindero de un bosque, y aunque


            lo  había  recorrido  en  numerosas  ocasiones  desde


            que vivía allí, encontró el paisaje transmutado por


            la  presencia  de  nieve,  embriagado  de  belleza,


            exultante de vida y de fría serenidad.




            Hacia  el  mediodía,  sin  embargo,  Joe  empezó  a


            sentir hambre y se forzó a regresar. Se sentía otra


            vez estupendamente, aunque los músculos de las


            piernas  parecieran  arderle  debido  al  esfuerzo  de


            caminar por la nieve hundido casi hasta las rodillas.


            Llegó eufórico y muy cansado, así que engulló una


            comida fugaz, encendió la chimenea y se recostó en


            el sofá, donde, esta vez sí, tuvo un sueño reparador


            y tranquilo.




            Hasta que llegó la noche.



            Se despertó sobresaltado, sobrecogido por un ruido


            inesperado. La oscuridad era casi total; el fuego de





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