Page 328 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—Dios mío. ¿Estás bien, tío? —preguntó entonces.


            Allen estaba moviendo los músculos de la cara. Le


            empezaba  a  escocer  y  a  despertar  y  le  arrancaba


            punzadas de dolor.



            —Estoy bien, más o menos. Pegas como un puto


            marica —dijo.




            Joe  soltó  una  carcajada,  pero  sonó  extraña  y


            demasiado aguda, y eso hizo que Allen empezara a


            reír también. Tenía un feo golpe en la mejilla, sin


            embargo,  y  el  dolor  de  los  músculos  forzados


            empezó a ser demasiado intenso. La risa se mezcló


            con unos quejidos extraños dando a la escena un


            aire  bastante  cómico:  los  dos  hombres  se


            encontraron  riendo  como  hienas,  contagiados  el



            uno  del  otro.  Ese  pequeño  descanso  entre  tanta


            tensión, sin embargo, actuó como un bálsamo en su


            ánimo. Terminaron dándose un pequeño abrazo. Se


            sentían otra vez fuertes después de haber superado


            aquella prueba, y en cierta medida aliviados de que


            la  cueva  solo  pudiera  producir  imágenes  y  no


            amenazas  reales,  aun  cuando  estas  fueran  tan



            realistas y terribles como lo que habían visto.



            Después  de  un  rato,  sin  embargo,  tuvieron  que


            enfrentarse al problema real. Joe había malgastado


            casi toda la munición. La visión del cargador con


            apenas  veinte  clavos  resultaba  terrible  e





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