Page 329 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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inquietante, habida cuenta de que aún desconocían


            lo  que  iban  a  encontrar  más  adelante.  Entonces


            recorrieron la cueva para recuperar todos los clavos


            que pudieran encontrar, pero aunque las paredes


            eran  de  roca  madre,  demasiado  dura  como  para


            que los clavos se incrustaran en ella, la mayoría se


            había  doblado  de  una  manera  irrecuperable.  Al



            cabo de veinte minutos habían reunido casi quince


            clavos más.



            —Tendrá  que  valer  —dijo  Allen—.  ¿Cuántos


            disparos dijiste que necesitabas para detener uno


            de esos monstruos?



            —Un par de disparos —contestó Joe—. Quizá tres.




            —Pues  si  ahí  abajo  encontramos  una  orgía  de


            tornados, procura afinar la puntería.



            Joe asintió, y unos minutos más tarde, reanudaban


            el camino.



































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