Page 323 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Joe giró la cabeza y se encontró con el rostro
encendido de Allen, iluminado por la luz de los
frontales. Estaba cogiéndole de las solapas del
abrigo para hacer que girara su cuerpo hacia él.
—¡JOE, NO SON REALES! ¡NO SON REALES, JOE!
¡DEJA DE GASTAR MUNICIÓN, POR EL AMOR
DE DIOS!
Joe pestañeó. Allen enfocaba ahora a los espectros
con su linterna y Joe se volvió instintivamente para
mirarlos. Allen podía decir lo que quisiera, pero
ellos seguían allí, a apenas cinco metros de
distancia. Todos los frontales apuntaban hacia
ellos, bañándolos de luz; en la oscuridad de la
caverna parecían artistas a punto de empezar una
representación. Algunos de aquellos monstruos
lanzaban ya sus manos hacia ellos, trocadas en
garras crispadas y hambrientas. Joe se fijó en sus
dedos: la carne se había consumido y dejaba a la
vista los huesos blancuzcos. Ristras de piel
colgaban de una falange a otra. Y sus caras, esos
rostros horribles cubiertos de pellejos tirantes,
retraídos, del color de la ceniza, lo congelaban a uno
en el sitio.
Negó con la cabeza.
—¡Te equivocas, Joe! —graznó—. ¡Están ahí, joder,
ESTÁN AHÍ MISMO!
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