Page 325 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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picado por un abismo de terror tan profundo que lo


            electrizaba. Sentía el aliento de la muerte en la cara


            y  cerró  los  ojos,  apretó  los  dientes  y  empezó  a


            descargar golpes en todas direcciones.



            —¡JOE, BASTA, BASTA!




            Sus brazos se movían, histéricos.



            —¡BASTA, JOE!



            De pronto, sintió un golpe en la cara, contundente


            como una explosión. Joe chilló, perdió pie y cayó al


            suelo,  donde  continuó  dando  patadas  aullando


            como la sirena de una ambulancia.




            Luego abrió los ojos.



            La única luz provenía de las linternas, que se habían


            caído al suelo e iluminaban las rocas y las piernas


            de  Allen  proyectando  sombras  alargadas  en  la


            pared.  Los  espeleólogos  habían  desaparecido.  El


            silencio había regresado, con la notable excepción



            del sonido de la respiración de Joe; resoplaba como


            un animal, con el corazón latiéndole con fuerza en


            el pecho.



            Allen se agachó, apoyó las manos en las rodillas y


            luego se dejó caer en el suelo, visiblemente agotado.



            —¿Qué…? —preguntó Joe, confuso—. ¿Qué…?




            —Mierda  —dijo  Allen,  con  una  mano  sobre  la


            mejilla izquierda—. Me has reventado la cara.


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