Page 36 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Al finalizar el quinto día, la vivienda estaba ya lo


            suficientemente  aireada  para  dormir  en  ella  por


            primera  vez,  y  eso  hizo,  abrigado  con  las  viejas


            mantas  del  abuelo.  Calentaban  como  si  estuviera


            rodeado  de  ovejas  en  los  días  previos  a  la


            temporada de esquileo, y aunque al principio temió


            que pudieran tener chinches o algún otro parásito



            similar,  lo  cierto  es  que  la  casa  había  estado


            abandonada  durante  demasiado  tiempo  incluso


            para  esos  insectos,  y  durmió  como  un  bendito,


            mecido por la quietud de la noche.



            Al día siguiente, mientras cortaba los tablones que


            habían  quedado  del  cobertizo  para  hacer


            reparaciones en el porche, un ruido lejano le llamó



            la atención. Al principio no pudo identificarlo, pero


            cuando aguzó el oído se le reveló como un sonido


            conocido. Era el ruido de un motor, aunque algo


            traqueteante  y  grave.  Cuando  rodeó  la  casa  para


            ver de qué se trataba, vio una vieja camioneta Ford


            que se acercaba por el camino. Era un modelo del


            ochenta y nueve, pero parecía aún más antigua de


            lo  que  ya  era.  Los  bajos  de  la  carrocería  estaban


            castigados  y  herrumbrosos,  y  la  chapa  lucía  un



            color desvaído con manchas claras producidas por


            el  sol.  Era  igualmente  difícil  decir  cómo  el


            conductor  podía  ver  algo  con  todo  el  polvo  y  la


            suciedad que cubría el cristal delantero.



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