Page 37 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Joe  esperó  de  pie  a  que  el  vehículo  se  detuviese.


            Cuando lo hizo, un hombre de unos sesenta años


            tocado  con  un  gorro  tejano  y  un  peto  vaquero


            descendió  del  vehículo.  Parecía  una  especie  de


            granjero, un hombre de campo.



            —¡Buenos días! —exclamó, levantando una mano.




            —Buenos  días  —respondió  Joe,  divertido  por  el


            acento arrastrado del visitante.



            —Aguarde un momento, ¿quiere?



            El  hombre  volvió  a  introducir  el  cuerpo  en  la


            furgoneta y estuvo enredando unos instantes, como


            si buscara algo. Joe se rascó la nuca, expectante. Por



            fin, el desconocido volvió a salir con un paquete en


            la  mano.  Un  paquete  envuelto  en  papel  marrón


            atado con cuerdas blancas.



            Joe esperó a que se acercara. Cuando llegó a su lado,


            el hombre le tendió el paquete.




            —Mi mujer insistió en que no hay que descuidar las


            viejas costumbres —dijo—. Esto es para usted.



            —¿Para mí? —preguntó Joe.



            —Ande, cójalo. Son tres kilos de bizcocho casero;


            está duro como un tronco, pero si lo moja en leche


            se ablanda y llena la barriga.




            Joe sonrió. Había vivido toda la vida en Baltimore,


            generalmente en barrios donde la interacción con


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