Page 388 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
P. 388
Allen no puede apartar la mirada de la bolsa. Ahora
parece que se mueve. Débilmente, pero se agita.
—Es lo que tú viste cuando estuviste… ahí arriba,
¿no?
—Sí.
—Jesucristo, Joe…
—Sí.
—Pero ¿para qué, por el amor de Dios? ¿Qué hacen
con ellos?
Joe mira la catedral de hueso. Hay centenares, quizá
miles de tubos saliendo de su base. Conectan con
casi todo como si fuesen cables eléctricos: las
columnas recorridas por estrías negras, las
plataformas púrpuras y las decenas de miles de
corpúsculos (que tienen la textura y el brillo de un
hígado) que proliferan por todas partes.
Joe arruga la nariz antes de hablar.
—Creo que… Creo que intentan procurarse
huéspedes orgánicos.
—¿Qué?
—Mira todo esto… —dice Joe—. ¿Te parece algo
que esos demonios necesiten?
—No te entiendo.
387

