Page 385 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Unos conductos negros, similares a arterias, suben
por ellas formando espirales, ramificándose y
recorriendo toda su superficie.
Entre esas columnas penden unas plataformas
recubiertas de un pringue púrpura, colmadas de
bolsas de un negro brillante. Parecen latir de una
manera sutil que Joe solo capta cuando no las mira
directamente. Unos tubos van y vienen de esa
plataforma hacia todas partes, cimbreándose en el
aire como restos de una telaraña que el viento
hubiera deshecho.
Al fondo hay una estructura de un color blanco roto
que Joe asocia, por su aspecto pulido, con materia
ósea. Está parcialmente recubierta de trazas
orgánicas, como los restos de carne pegados a un
hueso que un animal hubiera dejado a medio
devorar. Los huesos forman una estructura
fantástica, intrincada e impresionante como una
catedral en vertical pero carente de estilo,
proporción o armonía. Es grande. Es enorme. Tiene
un pináculo llameante, pero no son llamas, sino
unos apéndices que se mueven como algas mecidas
por las corrientes submarinas, y en ese pináculo hay
un trono borgoña donde Joe divisa algo conocido:
el corazón.
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