Page 394 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—No lo sé, Allen. Para movernos, supongo. ¿Qué
otra cosa podemos hacer? No podemos volver, es
imposible alcanzar la luz desde aquí.
Joe tiene razón y Allen lo sabe, así que asiente.
Mientras tanto, Joe piensa. Su mente trabaja
deprisa, se dice que tiene que haber algo que
puedan hacer. Se pregunta si el abuelo Cerón se
encontró con algo como aquello, porque no
entiende cómo sacó el corazón de ese sitio. Se dice
que no, que tuvo que ser más sencillo. Seguramente
los demonios habían tomado medidas, habían
levantado aquella catedral de hueso y habrían
retirado cualquier soporte cerca de la brecha. Pete
le habló de la inteligencia de los conejos, decía que
la mente del hombre no daba para comprender
ciertas cosas; tenían que haber aprendido de aquel
error.
Sin embargo, no se rinde. Sigue pensando.
De pronto se le ocurre algo. Mira a Allen, que
parece haber captado que su amigo estaba
centrifugando ideas, y le hace un gesto inequívoco.
«Te sigo», dice ese gesto. Y Joe, determinado, se
pone en marcha.
Descienden por un pequeño reborde en la muralla
de carne. Apesta, y su olor no solo molesta: los
aturde. Pero siguen avanzando a pesar de que cada
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