Page 125 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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Zammis. El cielo siguió siendo el mismo, gris apagado, y las

        escasas  variaciones  de  vida  vegetal  y  animal  que

        encontramos no eran nada notable. En cuanto salimos del


        bosquecillo, trepamos una suave pendiente durante un día,

        y después nos encontramos en una interminable llanura sin

        árboles.  Caminamos  entre  una  maleza  púrpura  que  teñía


        nuestras botas del mismo color y nos llegaba hasta el tobillo.

        Las noches seguían siendo demasiado frías para caminar, y

        nos quedábamos en la tienda. La.



               tienda  engrasada  y  las  ropas  daban  buen  resultado,

        protegiéndonos de la lluvia que casi nunca paraba de caer.




               Habrían  transcurrido  quizá  dos  largas  semanas  de

        Fyrine  IV  cuando  vimos  aquello.  Rugió  sobre  nuestras

        cabezas, y desapareció en el horizonte antes de que ninguno

        de los dos lograra pronunciar una palabra. No me quedaron

        dudas  de  que  la  nave  que  había  visto  estaba  a  punto  de


        aterrizar.



               —¡Tío! ¿Nos habrán visto?



               Negué con la cabeza.



               —No, lo dudo. Pero estaban aterrizando. ¿Me entiendes?

        Estaban a punto de aterrizar en algún punto allí delante.





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