Page 139 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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Apreté un poco los dientes y mantuve la mirada fija en el

        plato.



               —Que  las  leyes  universales  sean  tan  corruptas  como


        para producir una criatura así es algo que desafía al Talman.


               Me volví y miré a los tres dracones sentados a la mesa


        que había al otro lado del pasillo. Y, en drac, repliqué:



               —Si  sus  antepasados  hubieran  enseñado  al  kiz  del

        pueblo a usar anticonceptivos, ustedes ni siquiera existirían.



               Seguí  comiendo  mientras  dos  de  los  dracones  se

        esforzaban  por  sujetar  al  tercero.  Una  vez  en  Draco,


        encontrar la hacienda Jeriba no fue problema. El problema

        fue  entrar.  Una  elevada  pared  de  piedra  circundaba  la

        propiedad, y desde la puerta vi la inmensa mansión pétrea


        que Jerry me había descrito. Dije al guarda de la puerta que

        deseaba ver a Jeriba Zammis. El vigilante me miró fijamente,

        después.



               entró en una glorieta que había detrás. Al cabo de pocos

        momentos,  otro  drac  surgió  de  la  mansión  y  caminó


        rápidamente por el extenso césped en dirección a la puerta.

        El  drac  hizo  un  gesto  al  guarda,  después  se  detuvo  y  me

        miró. Era la viva imagen de Jerry.





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