Page 319 - El Jugador - Iain M. Banks
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de  estatura  media  y  aspecto  muy  normal  cuyas  ropas

            sorprendían  por  su  casi  absoluta  falta  de  adornos.  Iba


            rodeado por azadianos fabulosamente ataviados entre los

            que  se  encontraban  unos  cuantos  guardias  ápices  y

            machos vestidos con uniformes de estilo bastante austero


            ‐‐al menos comparados con los atuendos de los demás‐‐,

            que  blandían  espadas  inmensas  y  armas  de  fuego  de

            reducido  tamaño.  El  Emperador  iba  precedido  por  un


            cortejo de animales bastante corpulentos de cuatro y seis

            patas  y  varios  colores,  que  llevaban  collares  y  bozales

            sujetos por correas incrustadas de esmeraldas y rubíes.

            Machos obesos y casi desnudos cuyas pieles untadas de


            aceite brillaban como si fuesen de oro bajo las luces del

            gran  salón  de  baile  se  encargaban  de  sostener  los

            extremos de las correas.

                  El  Emperador  se  detuvo  y  habló  con  unas  cuantas


            personas (que se arrodillaron en cuanto le vieron venir),

            siguió avanzando por el otro lado del pasillo humano y

            se  desvió  bruscamente  hacia  el  lado  en  el  que  estaba


            Gurgeh arrastrando consigo a todo su séquito.

                  La gran sala había quedado sumida en un silencio casi

            absoluto. Gurgeh podía oír la respiración jadeante de los


            carnívoros  domesticados.  Pequil  sudaba  profusamente.

            Una venita palpitaba a toda velocidad en la curva de su






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