Page 629 - El Jugador - Iain M. Banks
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por aquel tramo del recorrido empapado en sangre, pero
alzaba el rifle lo suficiente para fallar el tiro e intentaba
cerciorarse de que cada disparo suyo creaba un pequeño
surtidor de polvo que brotaba delante de algún hocico
mientras los troshaes heridos pasaban velozmente ante él
jadeando y aullando. Descubrió que la cacería le resultaba
más bien desagradable, pero no podía negar que la
contagiosa excitación de los azadianos estaba empezando
a tener cierto efecto sobre él. En cuanto a Yomonul, no
cabía duda de que se lo estaba pasando en grande. Una
hembra gigantesca emergió del bosque con sus dos crías
corriendo junto a ella y el ápice se inclinó sobre la culata
de su rifle.
‐‐Tiene que practicar más, Gurgue ‐‐dijo‐‐. ¿O es que
la caza no figura entre sus deportes?
La hembra y sus cachorros corrieron hacia el embudo
de madera.
‐‐No nos gusta demasiado ‐‐admitió Gurgeh.
Yomonul lanzó un gruñido, apuntó y disparó. Uno de
los cachorros cayó al suelo. La hembra se detuvo, giró
sobre sí misma y fue hacia él. El otro cachorro siguió
corriendo durante unos metros y lanzó un maullido
ahogado al sentir el impacto de las balas.
Yomonul recargó su arma.
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