Page 628 - El Jugador - Iain M. Banks
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replicó diciendo que el exoesqueleto le ayudaba a apuntar

            con  más  precisión.  Nicosar  dijo  que  era  deseo  del


            Emperador que el mariscal quedara liberado del artefacto

            después de la clausura oficial de los juegos. Nicosar lanzó

            una mirada de soslayo a Gurgeh, pero no dijo nada más.


            El  palanquín  anti‐gravitatorio  se  alzó  por  sí  solo  y  los

            guardias imperiales lo empujaron suavemente para que

            siguiera avanzando a lo largo de la hilera de invitados a


            la cacería.

                  Después del almuerzo todos volvieron a sus asientos

            para seguir con la cacería. Había otros animales que cazar

            y  la  primera  parte  de  la  corta  tarde  transcurrió


            rápidamente  disparando  contra  ellos,  pero  los  troshaes

            volvieron a aparecer pasado un rato. Hasta el momento

            sólo siete de los más de doscientos troshaes liberados de

            los recintos del bosque habían logrado recorrer todo el


            trayecto  del  embudo  de  madera  llegando  hasta  el  otro

            extremo para escapar entre los árboles, e incluso los que

            consiguieron  huir  estaban  heridos  y  acabarían  siendo


            atrapados por la Incandescencia.

                  Toda  la  extensión  de  tierra  apisonada  del  tramo  de

            embudo situado delante de los grádenos había quedado


            ennegrecida  por  la  sangre  de  los  troshaes.  Gurgeh

            disparaba cada vez que los animales pasaban galopando






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