Page 668 - El Jugador - Iain M. Banks
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ninguna importancia. Todo lo que se encontrara fuera del
juego era un mero decorado, un telón de fondo levantado
para acogerlo.
Observó a las fuerzas rivales que se movían como las
mareas sobre la inmensa superficie del tablero y
comprendió que hablaban un lenguaje extraño y
entonaban una canción extraña que era tanto un conjunto
de armónicos perfectos como una encarnizada batalla por
controlar la escritura de los temas. Lo que veía delante de
él era muy parecido a un organismo colosal. Las piezas
daban la impresión de moverse obedeciendo los dictados
de una voluntad que no era la suya ni la del Emperador,
sino una fuerza emanada del mismísimo juego, la
expresión definitiva e insuperable de su esencia.
Gurgeh vio todo aquello y fue consciente de que
Nicosar también lo «veía» pero dudaba de que alguien
más se hubiese percatado de ello. Eran como una pareja
de enamorados dentro de una habitación convertida en
un nido inmenso, encerrados a solas ante los ojos de
centenares de personas que les observaban pero que no
podían descifrar aquello que estaban presenciando, y que
jamás podrían tener ni la más mínima idea de lo oque
ocurría entre ellos.
La partida en el Tablero de la Forma llegó a su fin.
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