Page 230 - La Nave - Tomas Salvador
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subido a un pedestal, efectuando una necesidad con


            toda  normalidad.  Unas  letras  pequeñas  decían:


            «Maneken pis.»



               Todos  los  papeles  eran  por  el  estilo,  aunque


            variaba en cinco ocasiones el valor, el dibujo y las


            reproducciones, incluso el tamaño de los papeles.


            Dentro  de  estas  cinco  variantes,  Ylus  poseía  un


            centenar  de  billetes,  algunos  chamuscados,  otros



            rotos y casi todos manchados por la humedad. El


            valor de las cifras era: cinco, diez, cincuenta, cien y


            mil.          Y         las         figuras:             «Cristóbal                 Colom»,


            «Washington»,  «Einstein»,  «E.  Fermi»  y  «G.  T.


            Tomlhis III».



               —Es dinero. Ylus —informó.



               —No conozco esa palabra.



               —No  importa,  Ylus,  pero  los  antepasados  los


            tenían y apreciaban mucho.



               —¿Para qué servía?



               —No lo sé exactamente. Tú, ahora, cuando quieres


            algo, se lo pides a Brisco, o a Hipo, o a Luxi, o bien


            les regalas algo a cambio, algo que tú tienes y que


            sabes  que  ellos  desean.  El  dinero,  para  los


            antepasados, servía para eso.



               —No lo entiendo.



               —Es una de las cosas que se han perdido; puesto


            que seguimos viviendo, no era fundamental; pero




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