Page 235 - La Nave - Tomas Salvador
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podía  hacerse  con  las  siete  notas  de  la  escala  de


            sonidos.  Los  kros  eran  aficionados  a  la  música,  y


            algunos,  grandes  concertistas,  que  componían


            sonidos nuevos en las audiciones del fórum; pero


            no  sabían  cantar.  Sus  pulmones  no  estaban



            capacitados para ello. ¡Y allí estaban cantando unos


            niños! No gritaban, ni se esforzaban; eran vocecitas


            blancas, pálidas y dulzonas...



               Montado en una perra,



               mirusi mirusi qué pena;


               Mambrú se fue a la guerra,



               Y no sé cuándo vendrá.



               Eran voces sonámbulas, voces que hacían pensar


            en  los  símbolos  de  Ylus.  ¿Quién  sería  aquel


            Mambrú?  En  el  Libro,  desde  luego,  no  se  le


            nombraba...



               —¿Qué esperas, Shim?



               —¿Desde cuándo cantan los niños wit?



               —Desde siempre. Y no te entiendo, Shim. Sabes


            cosas  profundas  y  luego  te  asombras  de  las


            sencillas, que saben hasta los niños.



               Sin replicar palabra, siguió al anciano por una de


            las rampas, que terminaba en una cámara. Un olor


            peculiar  sorprendió  a  su  no  demasiado  sensible



            olfato. Olor a cuerpo enfermo. Los kros lo llamaban


            olor  a  fiebre.  Nadie  sabía  su  origen.  Los  médicos



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