Page 389 - La Nave - Tomas Salvador
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compraron


            las conciencias de hombres sorprendidos,


            asombrados por la entrega de mujeres hermosas


            como flores, mujeres prohibidas como un sueño


            imposible; aturdidos por el suave y ardiente



            kisy de la tentación. Les dijeron: «Bebed y amad.


            Si el Navarca muriera, los brazos más hermosos


            serían collar vivo de vuestro amor eterno;


            la droga más potente daría versos bellos


            al osado poeta. Negad al loco, al loco que desea


            retornar al pasado y pide sacrificios. Dejemos


            que la Nave alimente a sus hijos como hasta ahora


            hizo. Bebed y amad; sed eternos.» Eso dijeron.


            Y aquellos hombres, apenas a la vida asomados,



            esclavos de los siglos, raza maldita en tinieblas,


            quedaron deslumbrados, borrachos, rotos,


            comprados.



               Ahora que la guerra asola las fronteras y muchos


            de los vuestros han muerto en el combate,


            dejadme recordar. Lo vi muy bien, tan bien


            que recuerdo la sangre del Navarca manchando


            su vestido; recuerdo su tristeza, su agonía,


            el velo de sus ojos y, ¡oh, kisy!, sus palabras.


            Estoy siempre borracho para no recordarlas,



            pero apenas me falta el licor del olvido,


            resuenan como golpes en un metal sonoro,


            tan fuertes, tan atroces, que pierdo mi palabra.





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