Page 56 - La Nave - Tomas Salvador
P. 56

veste;  en  aquellas  partes  en  que  los  aceros  están


            pulimentados  podemos  contemplarnos.  ¿Qué  veo


            cuando  Shim,  Hombre  de  Letras,  se  asoma  a  la


            superficie de un acero brillante?



               Un hombre bien proporcionado: mi piel es negra


            y  escamosa;  la  cabeza,  ancha  y  fuerte,  con


            mandíbulas firmes, ojos salientes que saben mirar


            sin  fijeza  —por  las  noches  debo  bajarme  las



            pestañas  para  dormir,  o  colocarme  la  venda—;


            cuello  corto  y  pecho  muy  ancho,  vientre  en


            triángulo,  extremidades  cortas  y  delgadas,  sobre


            todo  los  brazos,  prendidos  a  los  lados  del  pecho.


            Estoy en la edad de los primeros cabellos blancos, y


            cada vez me cuesta más conciliar el sueño. La falta


            de sueño es la enfermedad de la Nave, la señal del



            envejecimiento.


               Soy, en fin, un hombre normal; mis pulmones son


            fuertes porque respirar es el trabajo más pesado de



            la Nave, y por eso ellos son casi la cuarta parte de


            mi volumen. El corazón es también muy potente y


            adaptado  al  ritmo  de  la  Nave.  Mis  músculos


            cumplen su función de trasladarme o acercarme los


            objetos.  Dicen  que  los  wit,  los  albinos,  tienen  los


            músculos mucho más desarrollados que nosotros y


            que  sus  extremidades  no  son  como  las  nuestras.



            Ahora reparo en que no siendo raro el encuentro


            con  un  albino,  siempre  que  he  tropezado  con




                                                                                                            56
   51   52   53   54   55   56   57   58   59   60   61