Page 61 - La Nave - Tomas Salvador
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sido curiosa, por lo menos desde que tengo uso de


            razón. La curiosidad ha sido nuestra enemiga. Pero


            meditando sobre ello he llegado a una conclusión:


            lo enemigo puede ser amigo. La existencia no sería


            bella  si  junto  a  lo  que  se  posee  no  existiera  la



            posibilidad  de  perderlo.  No  me  puedo  explicar


            mejor, porque en realidad en la Nave no existe nada


            contradictorio,  o  cuando  menos  inesperado;


            conocemos nuestros peligros y están rigurosamente


            limitados por la Ley, lo cual no deja de ser un error,


            porque un margen para lo imprevisto haría mucho


            bien  a  nuestra  raza,  actualmente  demasiado


            entregada a la omnipresencia de la Nave.



               Mantengo lo dicho. Siento curiosidad. Y si supiera


            lo que debo encontrar me sería más fácil seguir sus



            huellas.  Antes  de  venir  a  la  cámara  del  Libro,  he


            pasado  largo  rato  ante  un  gran  armario


            abandonado,  contemplando  la  masa  de  diales,


            esferas,  cables,  resortes,  espirales  y  materiales


            retorcidos  cuyo  nombre  ignoro.  Pero  todo  está


            destrozado,  o  cuando  menos  no  sirve  para  nada.


            Siguiendo la dirección de algunos cables he creído


            observar una lógica en sus conexiones; sus puntos


            sueltos  parecían  terminar  en  diales  y  esferas,



            algunos  con  números  grabados.  Su  utilidad  no


            debía  ser  esencial,  dado  que  la  Nave  sigue


            vibrando; pero es indudable que no eran un simple





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