Page 52 - La Nave - Tomas Salvador
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algo que me orientara. He descubierto los pequeños
armarios, pero completamente vacíos. He
descubierto muchos, infinidad de aparatos o restos
de aparatos cuya utilidad no me es posible
comprender. He desechado todo lo que no tuviera
signos, o letras, como símbolo posible del libro, y lo
que no tuviera números, símbolo indudable del
tiempo. El tiempo, como abstracción, es aquello en
que vivimos. Lo interesante es poder repartirlo,
aprovecharlo, y para eso debe de haber una medida.
Lo interesante es poder medirlo. He llegado a esa
deducción. Y debe poder hacerse. Hay aparatos,
esferas, que tienen números; están rotos,
chamuscados, abandonados en cámaras infectas y
sucias, cubiertos por capas de polvo. No puedo
precisar enteramente lo que está roto y lo que se
conserva entero. En las terrazas hidropónicas,
donde se cultivan las algas, la glucosa y los cereales,
existen máquinas complicadas, y muchas esferas
tienen números. Dado que es preciso mantener allí
una temperatura tres veces superior a la del resto de
la Nave, pienso que debió de haber mecanismos
para determinar la temperatura. Es una suposición.
Lo cierto es que desde que existe la Memoria, el
cultivo de las granjas se hace por hombres blancos,
bajo la vigilancia de guardianes negros, y que todos
lo hacen por instinto. Por instinto, o por herencia,
conocen la temperatura exacta, y la mejor época
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