Page 63 - La Nave - Tomas Salvador
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no contentos con nuestra suerte; pero justo es
consignar que no nos consideramos engañados.
Tenemos unas leyes cuya necesidad reconocemos y
unas necesidades cuyas leyes satisfacemos. No
descarto la posibilidad de que hayamos
degenerado, y de hecho siempre he tenido esa
duda, sobre todo contemplando algunos aspectos
de la Nave, indicativos de que antes que nosotros
hubo otros seres que hicieron cosas que nosotros no
sabemos.
Yo no resisto más. Mi mente se está fatigando y mi
mano tiembla. Llevo mucho rato escribiendo y me
doy cuenta de que estoy tratando de darme ánimos.
Tengo ante mí dos caminos: o aceptar totalmente el
estado de cosas actual, o tratar de comprender
mejor, utilizando todos los medios a mi alcance. O me
limito a escribir sin comprender, o intento
comprender.
Debo consignar, no obstante, que no todo es
curiosidad: me preocupa también la Nave, esas
esferas y diales sin utilidad, esos cables sin enlazar,
esas luces que se rompen y no pueden reponerse.
Por instinto, nuestra raza adora la luz; cuando un
lugar queda en tinieblas, lo abandonamos. Eso
explica por qué cada vez tenemos menos espacio
para nuestras necesidades, por qué cada vez
estamos más apretados, sobrando cámaras y
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