Page 509 - Triton - Samuel R. Delany
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algún problema donde estás ahora, recuérdalo.
—Lo haré —dijo Bron.
Al día siguiente llegó otro memorándum del
Departamento de Arte. Al parecer, de una forma
independiente, veintisiete personas habían acudido con
la sugerencia de que la escultura conmemorativa, en su
nueva versión, fuera titulada Los horrores de la guerra y
mostrada así en el museo de la hegemonía. Esta
sugerencia había sido trasladada a la escultora en el
hospital, la cual, al parecer, estaba lo bastante consciente
como para responder: «¡No! ¡No! Lisa y llanamente, ¡no!
Es un título demasiado banal. ¡Lo siento, pero el arte no
funciona de ese modo! (¡Si debéis darle algún nombre,
dadle el del último responsable de vuestro horrible
establecimiento!) Mi trabajo es hacer obras de las que
podáis extraer lo que queráis. ¡Ato es mi trabajo
enseñaros cómo hacerlas! Dejadme sola. Ya me habéis
hecho bastante». Y, así, Tristón e Isolda: Un homenaje a
las víctimas de la guerra fue transferida escaleras arriba,
donde de tanto en tanto Bron, en su camino a la biblioteca
de la oficina, se detenía para contemplarla entre la otra
docena de obras en exhibición, Los fragmentos
quemados y rotos estaban todos metidos en una gran caja
de cartón cerca de una de sus bases, desde donde la
miraban como cenicientos cráneos en los que no podías
hallar los ojos.
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