Page 512 - Triton - Samuel R. Delany
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antes quizá; vuelve caminando a casa. Sólo que, mientras
pensaba en ello, había llegado ya la hora de la salida.
Se conformaría con tomar su transporte habitual y se
limitaría a meditar sobre la situación.
Fue al quiosco de la estación de transporte y
descendió hasta el tercer nivel, que se rumoreaba que era
(fraccionalmente) más caluroso y, en consecuencia (se
rumoreaba), fraccionalmente menos atestado: el
transporte entró con un siseo y, mientras las puertas se
abrían, un cartel se desenrolló a todo lo ancho de ella
(simultáneamente, dentro, algunas personas
desplegaron pancartas contra las ventanillas:
ASOCIACIÓN DE AYUDA A LA LUNA en letras rojas
sobre tela blanca). El que ocupaba todo el ancho de la
puerta (naranja sobre negro sobre verde sobre rosa)
decía:
Atravesando la frágil tela, hombres y mujeres
empezaron a distribuir folletos; los primeros pasajeros
detrás de ellos empezaron a salir, rozando con sus
hombros y cabezas los jirones anaranjados.
—Realmente —dijo un hombre que llevaba varios
discos de caucho antimultitud en torno a su cabeza,
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