Page 1078 - Anatema - Neal Stephenson
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la placa trasera, era tan difícil de entender que incluso a
Jesry le costaba. A él le habían encargado revelar los
misterios de las baterías de láseres de rayos X. Yo
participaba en un equipo encargado de analizar la
dinámica a gran escala de la nave. Suponía que alguna
parte en el interior del icosaedro giraba para crear
pseudogravedad. Por tanto, se trataba de un giróscopo
inmenso. Al maniobrar, como se había visto obligado a
hacer la noche anterior, debían inducirse fuerzas
giroscópicas entre las secciones giradas y no giradas, de
las que debían ocuparse cojinetes de alguna naturaleza.
¿Cómo eran de grandes esas fuerzas? Y, en cualquier caso,
¿cómo maniobraba esa cosa? No se habían encendido
motores. No había estallado ninguna carga de propulsión.
Y sin embargo el Edro había girado con asombrosa
agilidad. La única explicación razonable era que contenía
un conjunto de volantes de inercia, de giróscopos que
giraban muy rápidamente, que podían emplearse para
almacenar y liberar momento angular. Imagina una vía
férrea circular construida alrededor de la superficie
interna del icosaedro, dando toda la vuelta, y un tren de
carga que ejecuta un bucle eterno. Si el tren frena, cede
parte de su momento angular al icosaedro y lo obliga a
girar. Al soltar los frenos del tren y darle al acelerador, se
logra el efecto contrario. Desde la noche anterior había
quedado claro que el Edro contenía media docena de esos
sistemas: dos en direcciones opuestas por cada uno de los
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