Page 174 - Anatema - Neal Stephenson
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sacó un reloj de bolsillo. Dejó que colgase del extremo de


          una  cadena  de  plata  formada  por  eslabones  perfectos y

          fluidos—. Esta cadena es oficialmente mi primera pieza.

          La corté a partir de una barra sólida de titanio.


            Me tomé un momento para palpar la cadena. Era como

          una corriente de agua entre los dedos.

            —Bien, los disposines pueden provocar el mismo efecto


          de  amplificación  en  otras  herramientas.  Herramientas

          para leer y escribir secuencias genéticas, por ejemplo; para

          ajustar          proteínas;              para          producir              nucleosíntesis


          programática.

            —No sé de qué hablas.


            —Porque ya no lo hace nadie.

            —Entonces, ¿cómo lo sabes tú?

            —Lo  estudiamos,  de  forma  abstracta,  cuando


          aprendemos sobre el Primer y el Segundo Saqueo.

            —Bien, no sé qué son esas cosas, así que me gustaría que


          fueses al grano.

            Nos habíamos quedado de pie en lo alto de la escalera

          que  daba  al  astrohenge.  Abrí  la  puerta  y  salimos,


          achicando los ojos debido a la luz. Por haber visto a Orolo

          hablando  con  artesanos  como  Flec  y  Quin,  sabía  lo

          impacientes que se podían poner con lo que consideraban


          nuestra forma indirecta y sinuosa de hablar. Así que me

          callé un minuto y le dejé dar un vistazo.

            Estábamos  en  el  tejado  del  Præsidium,  que  era  un


          enorme disco de piedra reforzado por bóvedas, casi plano



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