Page 22 - Anatema - Neal Stephenson
P. 22
us vecinos se queman vivos entre sí? —De este modo fra
¿S
Orolo inició su conversación con el artesano Flec.
Me sentí avergonzado. La vergüenza es algo que puedo
sentir en la misma carne, como un puñado de barro
calentado por el sol y colocado sobre mí cabeza.
—¿Sus chamanes caminan sobre zancos? —preguntó fra
Orolo, leyendo de una hoja tan amarillenta que tenía al
menos quinientos años. Luego alzó la vista y añadió
amablemente—: Es posible que ahora los llamen párrocos
o doctores.
La vergüenza empezaba a gotear. El horror se extendía
por mi cuero cabelludo siguiendo una frontera en
expansión.
—Cuando un niño enferma, ¿rezan? ¿Hacen sacrificios
frente a un palo pintado? ¿O le echan la culpa a una vieja?
Ya me cubría cálidamente la cara, tapándome las orejas y
picándome en los ojos. Apenas podía oír las preguntas de
fra Orolo.
—¿Creen que en alguna forma de otra vida serán perros
y gatos?
Orolo me había pedido que le hiciese de amanuense. Era
una palabra impresionante, así que dije que sí.
Había oído que habían autorizado la entrada de un
artesano de extramuros en la Nueva Biblioteca para
reparar una viga podrida a la que no podíamos llegar con
22

