Page 410 - Anatema - Neal Stephenson
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—Cuando  apareciese,  podría  haberlo  ampliado  en  el


          visor —dije. Ahora cada uno acababa las frases del otro—

          . Pero entonces, ¿qué? ¿Qué habría descubierto?

            —La hora —dijo Jesry—. Habría sabido qué hora era. —


          Miró  la  mesa  como  si  fuese  el  motus  de  Orolo—.  La

          apunta. Noventa minutos más tarde vuelve a mirar. Ve el

          mismo pájaro darse el paseo por el polo. —Lio llamaba


          «pájaros»  a  los  satélites:  una  jerga  militar  que  había

          aprendido  en  los  libros…  y  que  los  demás  habíamos

          adoptado.


            —Es tan interesante como mirar la manecilla de la hora

          de un reloj —dije.


            —Bien, pero, recuerda, hay más de un pájaro —repuso.

            —No hace falta que me lo digas. ¡Me he pasado toda la

          tarde mirándolos!


            Pero Jesry perseguía una idea y no tenía tiempo para mí

          ni para mis protestas.


            —No todos pueden estar en órbita a la misma altitud —

          dijo—. Unos deben estar a más altura que otros… por lo

          que en lugar de noventa minutos les podría llevar noventa


          y  uno  o  ciento  tres  minutos  volver  a  aparecer.

          Cronometrando las órbitas, fra Orolo hubiese podido, tras

          realizar el número adecuado de observaciones, compilar


          una especie de…

            —Un censo —dije—. Una lista de todos los pájaros de allá

          arriba.







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