Page 491 - Anatema - Neal Stephenson
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cientos o miles de avotos—, el más alejado del ecuador se


          encontraba a 51,3 grados de latitud.

            Y resultaba ser el «remoto ermitorio» de Sante Edhar.




            La noticia se difundió. Al mes del gran Voco, todos los

          miembros del cenobio decenario sabían la mayoría de lo

          que  nosotros  sabíamos  sobre  la  nave.  Los  jerarcas  no


          podían hacer nada por evitarlo. Pero siguieron sin abrir el

          astrohenge.  Cada  vez  me  invitaban  a  más  sesiones

          nocturnas en las salas de tiza. Examinamos el diagrama


          que Lio había encontrado en el libro y trabajamos en la

          teorética  de  cómo  podía  funcionar  una  nave  así,  y  qué


          tamaño  debía  tener  para  viajar  entre  las  estrellas.  En

          algunas  ocasiones  no  eran  más  que  simples  cálculos

          práxicos sobre los amortiguadores. En otros casos, como


          para  predecir  el  comportamiento  del  plasma  al  chocar

          contra  la  placa,  el  trabajo  era  extraordinariamente


          complejo. La teorética era demasiado avanzada para mí.

          Daba la impresión de que demostrábamos que los loritas

          se equivocaban, porque algunos de los otros avotos, sólo


          un poco mayores que yo, formulaban demostraciones que

          estábamos  totalmente  seguros  de  que  no  se  le  habían

          ocurrido nunca a nadie… es decir, a nadie en Arbre.


            —Hace que uno se pregunte por el Mundo Teorético de

          Hylaea  —me  comentó  de  improviso  Arsibalt,  un

          anochecer  de  verano,  como  ocho  semanas  después  del


          gran  Voco.  Él  había  estado  fingiendo  ocuparse  de  sus



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