Page 568 - Anatema - Neal Stephenson
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—Sé  que  no  creéis  en  Dios  —dijo—,  pero  teniendo  en


          cuenta vuestra forma de vida, bien, me ha parecido que os

          sentiríais más cómodos alojándoos con…

            —¿Monjes bazianos? —aventuré.


            —Sí, exacto. —Se quedó un poco sorprendido de que yo

          lo supiese. No había sido más que pura suerte. Cuando

          Sammann había comentado que Ferman hablaba con una


          «instalación baziana», yo había imaginado una catedral o

          algo opulento. Pero eso había sido antes de ver el paisaje.

            —¿Hay  un  monasterio  en  una  de  estas  montañas?  —


          pregunté.

            —En la más cercana de las dos. Se ve, a medio camino de


          la cima, en el flanco norte.

            Con  algunas  indicaciones  de  Ferman  distinguí  una

          interrupción en la ladera de la montaña, una especie de


          terraza  natural  protegida  bajo  un  creciente  de  verde

          oscuro: árboles, supuse.


            —He  participado  ahí  en  retiros  —comentó  Ferman—.

          Todos los veranos mandaba a los niños.

            La  idea  de  un  retiro  no  tenía  ningún  sentido  para  mí


          hasta que comprendí que así había vivido toda mi vida.

            Ferman  malinterpretó  mi  silencio.  Se  volvió  para

          mirarme y levantó las manos, mostrando las palmas.


            —Eso  sí,  si  no  te  sientes  cómodo,  debo  decirte  que

          disponemos de agua, comida y sacos de dormir suficientes

          para  acampar  en  cualquier  lugar  que  queramos.  Pero


          pensaba…



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