Page 566 - Anatema - Neal Stephenson
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inflexión que demostraba que la persona responsable de


          su existencia había logrado una forma de altavisión… que

          momentáneamente había comprendido. Me pregunté si se

          trataba de una muestra representativa, o si a Cord se le


          daba  extremadamente  bien  encontrar  canciones  que

          contuviesen belleza y luego cargarlas en su cismex.

            La música, el calor de la tarde, los saltos del transbor, lo


          poco  que  había  dormido  y  la  conmoción  de  haber

          abandonado el concento… con todo eso afectándome a la

          vez,  no  era  de  extrañar  que  no  pudiese  desarrollar  la


          demostración. Pero a medida que el día avanzaba y los

          rayos  del  sol  incidían  cada  vez  más  horizontalmente,  a


          medida  que  los  pueblos  moribundos  y  los  sistemas  de

          irrigación destrozados eran cada vez más esporádicos y el

          paisaje se iba vaciando convertido en desierto salpicado


          de ruinas de piedra, me puse a pensar en que algo más me

          afectaba.


            Me había acostumbrado a la muerte de Orolo. No a su

          muerte literal, claro está, sino a su muerte para mí. Ése era

          el  efecto  del  Anatema:  mataba  a  un  avoto  sin  dañar  el


          cuerpo.  Bien,  con  sólo  unas  horas  por  delante  para

          hacerme a la idea, iba a volver a ver a Orolo. Bien podía

          ser  que  en  cualquier  momento  le  viésemos  recorriendo


          uno  de  esos  cerros  solitarios,  preparándose  para  sus

          observaciones  nocturnas.  O  podía  ser  que  su  cuerpo

          reseco  nos  esperase  bajo  un  saliente,  arrojado  allí  por


          imizares  descendientes  de  los  que  se  habían  comido  el



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