Page 135 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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— Sí. ¿No es una rara forma de encontrarnos? Ven. Afuera,
chica. ¡Afuera! —la arrastró fuera de la celda—. No
podemos tratar de largarnos a través de las oficinas. Allí no
me aprecian. ¿En qué dirección están vuestras cuadras de
aseos?
—Gully, estás loco.
—Todo el cuadrante está a oscuras. Destrocé el cable de la
luz. Tenemos la mitad de una posibilidad. Vamos,
muchacha. Vamos.
Le dio un empujón, y ella lo guió a lo largo de los pasadizos
hasta las salas automatizadas en las que se hallaban las
cuadras de Aseos femeninos. Mientras manos mecánicas
les sacaban los uniformes, los enjabonaban, enjuagaban,
rociaban y desinfectaban, Foyle tanteó en busca del panel
de cristal de la ventana de observación médica. Lo
encontró, hizo volar el martillo y lo hizo pedazos.
—Pasa, Jiz.
La tiró a través de la ventana y la siguió. Los dos estaban
desnudos, cubiertos de jabón, cortados y sangrantes. Foyle
resbaló y chocó a través de la oscuridad, buscando la
puerta por la que entraban los enfermeros.
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