Page 138 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—¿A dónde?
—Vamos a correr.
—¿A donde?
—No lo sé, pero no me van a coger sentado. Ven. El
ejercicio te irá bien.
De nuevo empujó a Jisbella frente a él y corrieron, jadeando
y tropezando, a través de la oscuridad, hacia las
profundidades del cuadrante Sur. Jisbella cayó en dos
ocasiones, chocando contra giros en los pasadizos. Foyle se
la adelantó y corrió, manteniendo el martillo en la mano,
con el mango extendido ante él como si fuera una antena.
Al final chocaron contra una pared lisa y se dieron cuenta
de que habían alcanzado el extremo del corredor. Estaban
enjaulados, atrapados.
—¿Y ahora qué?
—No sé. Parece como si también hubiésemos llegado al
extremo de mis ideas. Lo que sí es seguro es que no
podemos regresar. Le aticé a Dagenham en las oficinas.
Odio a ese hombre. Parece una señal de peligro de muerte.
¿Se te ocurre algo, muchacha?
—Oh, Gully... Gully... —sollozó Jisbella.
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