Page 169 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—¡Foyle! ¡Foyle! ¡Foyle!  ¡Foyle!







           Baker  desapareció  con  un  chasquido.  Los  enfermeros

           también  jauntearon,  abandonando  la  camilla  en  la  que

           Foyle  agitaba  sus  brazos  y  piernas,  haciendo  débiles


           sonidos.


           —Es  un  maldito  asunto!  —dijo  Quatt,  empujando  a


           Jisbella—. ¡Váyase, muchacha, vayase!



           —¡No podemos dejar a Foyle! —gritó Jisbella.



           —¡Despierte, muchacha! ¡Vayase!



           —No podemos dejarlo solo.



           Jisbella agarró la camilla y corrió a lo largo del pasadizo.

           Quatt lo hizo a su lado. El rugido en el hospital sonó más

           fuerte:




           —¡Foyle! ¡Foyle! ¡Foyle!


           —¡Déjelo, por Dios! —urgió Quatt—. Que se lo lleven ellos.




           —No.



           —Nos harán la lobo(tomía) si nos cogen, muchacha.



           —No podemos dejarlo.



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