Page 131 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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me fuí junto a los árboles que ocultaban el tractor y trepé al
más bajo de ellos. Cerca de la parte superior, hallé una rama
conveniente y me instalé en ella. Miré detenidamente el
valle.
No vi nada, excepto lo que ya sabía que había allí
siempre. Nada se movía. Ni siquiera las hojas. El aire
contenía tanto oxígeno, que daba la permanente sensación
de sentir una brisa marítima, o algo así. Pero no había tal.
La falta de movimiento era igual a la de sonidos.
El silencio empezaba a sobrecogerme. Me deslicé del
árbol. Tenía que hacer algo, ir a alguna parte. Me encaminé
hacia el vallé; primero, a la saliente de la roca. Me acerqué
adonde debía estar el doctor.
En efecto, allí estaba.
—No había visto nada, ni oído el menor ruido hasta que
oí su voz. —Y luego agregó—: Está todo demasiado en
silencio. ¡Está todo muerto!
—Nosotros no lo estamos —le dije—. Tómelo con
calma. —Y me volví, a campo traviesa, hacia el camino,
manteniendo los ojos bien abiertos. No vi nada.
Esas dos lunas horribles. Con su luz verde que confería
a todas las cosas aspecto de cobre atacado de verdín. Y la
expresión del doctor:
—¡Está todo muerto!
No me gustaba nada aquello. Cuanto más avanzaba,
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