Page 156 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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mucho calor de nuevo, y todo permanecía muy silencioso.
La gran puerta estaba abierta, pero no se veía a nadie
adentro. Y el trineo no se hallaba por ningún lado.
Frené y bajamos. Buscamos por todos lados, pero no
vimos señales de vida. Ni siquiera uno de los animales de
Altaira. Al pensar en ellos, pasé un mal momento, al
recordar el tití y preguntarme si ella lo habría echado de
menos.
Me encogí de hombros, crucé el patio y, abriendo más
la puerta, miré dentro.
—¿No hay nadie aquí? —pregunté un par de veces, sin
resultado.
Entré, el doctor pisándome los talones. No había nadie
en el vestíbulo, ni en la sala. Sobre la silla veíase un pañuelo
de Altaira y sobre la mesa del comedor dos tazas que habían
sido usadas. Nos quedamos parados, escuchando un
momento más. Ni un ruido. Parecía estar más silencioso
adentro que afuera.
Empezaba a dirigirme hacia la puerta, cuando el doctor
me detuvo. Señaló hacia el frente del salón, en la parte más
alejada de la entrada. Preguntó:
—¿Qué es eso? —y, al mirar, vi algo que no había estado
allí otras veces.
Parecía una grieta en la pared, por la que entraba luz.
Pero, al acercamos, resultó ser una puerta corrediza, no del
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