Page 160 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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—Buenos días, caballeros… —dijo, y nos volvimos
rápidamente, para encontrarlo parado, bien cerca nuestro.
Debía haber entrado por la puerta hecha en la roca, pero
estaba nuevamente cerrada. No había hecho el menor ruido.
Su rostro estaba pálido como un cadáver y bus ojos
parecían despedir llamas. Su boca torcíase hacia un lado, en
un gesto de desprecio.
—Usé la palabra “caballeros” en sentido puramente
satírico —aclaró—. ¿Puedo preguntarles si han estado en el
resto de la casa? Tal vez les agradaría que les mostrara el
lugar donde mi hija guarda sus alhajas…
No lo dejé continuar. No era él el único que podía
encolerizarse.
—Estamos aquí en acto de servicio, doctor Morbius —
le dije—. Anoche, alguien, o algo, burló a nuestros
centinelas. Vinimos aquí a averiguar qué sabe usted al
respecto…
No pudo seguir. Su cara se puso aún más blanca y
hubiera caído, si no se hubiese tomado del borde de la mesa.
El doctor lo sostuvo y lo acomodó en una silla. Quedó
desplomado en ella. Tenía los ojos cerrados; pero, cuando el
doctor le recogió la manga para tomarle el pulso, se irguió y
retiró el brazo.
—Cuénteme qué pasó. Todo lo que pasó —dijo.
Se lo narré. Se cubrió los ojos con la mano y murmuró
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