Page 187 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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—¿Responde eso la pregunta? —inquirí—. Energía
igual a la de diez mil reactores nucleares apareados… La
fuerza de una estrella al explotar… Energía cósmica…
Se miraron el uno al otro. Luego, a mí. No hablaron aún.
Salimos del gabinete y cerré la puerta metálica. Al volverme
a la vagoneta, trastabillé, dándome cuenta, de pronto, de
que había alcanzado un peligroso estado; de fatiga y me
hallaba casi exhausto.
Ostrow alargó una mano, como para ayudarme, pero la
rechacé.
Me incliné sobre el coche y di vuelta los asientos,
teniendo para ello que apoyarme con una mano sobre la
puerta. Con gran esfuerzo, me erguí e hice seña a Ostrow
para que subiera.
Lo hizo, sin una palabra; pero, mientras ocupaba mi
asiento central, junto a él, vi que me estaba estudiando
nuevamente. Y ahora, con ojo profesional, apreciando mi
estado físico.
Yo estaba decidido a no mostrar debilidad alguna.
Neutralicé con lentitud los controles que había usado en el
descenso; luego, más lentamente aún, conecté los que debía
usar para regresar a la superficie.
—Volvemos a la superficie —dije, cuidando que voz
mantuviera su tono anterior—. La alteración de la presión
puede provocar algunos trastornos y la temperatura.
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