Page 186 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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ningún otra lado —les indiqué—. ¡A ningún otro lado!
Me miraron, con estupor, y Ostrow murmuró:
—No puedes mirar al rostro de la Gorgona y continuar
vivo —y tomó del brazo a Adams, haciéndolo enfrentar el
espejo.
Parado detrás de ellos, toqué el botón que hacía correr
la tapa que cubría la boca del embudo, colocado en el suelo,
a espaldas nuestras…
Este era el momento esperado por mí; el momento en
que, mientras miraban al espejo, yo podría observar sus
caras. Pero no lo hice. No pude hacerlo. Debía haber sabido
que la fascinación de aquella terrible, horrorosa visión, me
haría olvidar de toda otra cosa, como había sucedido ya
antes, como siempre sucedería…
El mar de serpenteantes llamas, emitidas en todos los
colores del espectro… La boca del infierno… o la entrada a
la divinidad…
No sé cuánto tiempo estuvimos allí, pero por fin yo
tendí la mano hacia el interruptor y lo cerré, oyendo la tapa
que se corría sobre el embudo.
El espejo quedó de nuevo en blanco y yo me sentí libre.
Miré ahora las caras; estaban pálidas y cubiertas de sudor;
los ojos, muy abiertos. Cuando hablé, pude notar el esfuerzo
que les costó enfocar, no sólo los ojos sino los cerebros que
estaban tras ellos.
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