Page 207 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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volví  en  mi  asiento  y  vi  a  Altaira  todavía  en  el  patio,

         mirándonos.

                Se lo comuniqué a Adams y asintió, con un movimiento

         de cabeza. Su expresión era dura y pensé que parecía diez


         años mayor.

                Habíamos  recorrido  dos  tercios  de  la  pendiente  que

         llevaba  al  desierto,  sin  que  ninguno  de  los  dos  hubiera

         hablado de nuevo. Hasta que, de repente, Adams dijo:


                —Qué día, doctor. ¿Eh? ¿Cómo se siente?

                —Irreal  —contesté—.  ¡Y  espantosamente  cansado!  —

         Hubiera  deseado  que  no  me  preguntara;  me  hizo  sentir


         peor.

                Siguió un nuevo silencio. Duró hasta que traspusimos

         la  abertura  en  las  rocas.  Estaba  semidormido  cuando  me


         preguntó,  en  el  mismo  tono  que  si  hubiéramos  estado

         conversando todo el viaje:

                —¿Y el viaje en esa especie de patín? Supongo que en

         realidad lo hicimos… ¡Esos infinitos millones de reíais! ¡La


         ventana  al  infierno  en  el  espejo!…  No  estamos  soñando,

         ¿verdad?

                —Quisiera que lo estuviéramos —afirmé.

                Deseaba  dejarlo  así,  pero  no  me  lo  permitió.  Siguió


         diciendo:

                —¡Ese tremendo poder! ¿Qué es, doctor?

                —No  lo  sé.  No  soy  un  sabio  —le  respondí.  Pero





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