Page 250 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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Ni tampoco el reflector. Oí murmurar a los hombres.
Llamé de nuevo al radar y el muchacho me informó:
—Todavía alrededor, señor. Moviéndose hacia aquí. —
Alcancé a oír que tragaba saliva—. Esos disparos debieron
contenerlos. Pero parece que no lo lograron…
—¿Cuál es la distancia ahora? —le pregunté y me
contestó:
—Casi inedia milla, señor…
Sin esperar que terminara, corté y establecí contacto con
el contramaestre, diciéndole:
—Orden de fuego. Reduzcan a media distancia por tres
andanadas. Luego, disminuyan a un cuarto y repitan.
Manifestó haber comprendido y, un par de segundos
después, los dos cañones entraron de nuevo en actividad.
Esta vez lo hacían en una órbita tras otra, sin pausa entre
medio. Las llamaradas en zigzag formaban, una corriente
constante. Superaron al reflector y abarcaron el amplio
círculo de desierto, y cada grano de aquella asquerosa arena
roja.
Nada se veía aún.
En ese momento, el radar me llamó. La voz del cadete
era cada vez más alta.
—Señor… señor… —dijo—, ahora se ve una sola señal.
Bien grande. ¡Las otras han desaparecido! ¡Pero ésta es
grande! Y brillante…
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