Page 249 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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nave. Afuera, la oscuridad era absoluta. Hasta que se
encendió el reflector y empezó su búsqueda. Esperé hasta
que el contramaestre informó:
—Todos en sus puestos —y entonces le ordené que
controlara a los artilleros de la nave y permaneciera en el
contralor de cañones, manteniendo en funcionamiento el
audiotelevisor instalado allí, para que yo pudiera dirigir las
operaciones desde mi equipo portátil.
Me pregunté si el cadete del radar habría tenido el buen
sentido de conectar el suyo. Probé y pude verificar que sí.
—¿Todavía siguen los parpadeos? —le inquirí. Su voz
respondió con claridad:
—Sí, señor. Cada vez, más. Todo alrededor. Más cerca.
Una milla, quizás.
Corté y me comuniqué con el contralor de cañones. Ya
estaba el contramaestre allí. Había hecho rápido.
—Orden de fuego —le dije—. Atraviese todo el
perímetro, tres andanadas por segundo. Distancia, una
milla y menos.
Me respondió con un:
—Comprendido —y quince segundos después, los dos
cañones pesados diseminaban fuego por todo el círculo.
Iluminaron todo el desierto, con una banda de llamas
en zigzag de cien yardas de profundidad.
Pero las llamaradas de los disparos no mostraron nada.
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