Page 253 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
P. 253
azul a veinte pies delante de él. Debe haberse figurado que
si las bombas no tocaban a “aquello”, quizás si se lo atacaba
con lo que ellos llaman hidrofuego, podría resultar.
Le grité, pero no se paró. Bajé corriendo de la planchada
y traté de ir tras él. Pero no tuve tiempo.
Unos diez pies antes de llegar a la segunda pisada,
pareció detenerse. Fué algo de lo más espantoso. El soldador
cayó de sus manos. Su cuerpo cayó hacia atrás y sus pies se
levantaron del suelo. Subió, subió, agitando pies y manos.
Luego, su cuerpo comenzó a doblarse y balancearse en
el aire. A veinte pies sobre nuestras cabezas. Parecía un
muñeco desarticulado, al que alguien sacudía.
Recordó la expresión de Morbius, “Como muñecos de
trapo…” y luego algo acerca de una criatura malvada.
Creo que no duró más de un segundo.
Se levantó más arriba, su cabeza, brazos y piernas
sacudiéndose. Y después fué arrojado, junto ni costado de
la nave. Sobre el centro de la línea de hombres apostados
allí.
Se aplastó, literalmente, contra la chapa. El impacto hizo
temblar la planchada, bajo mis pies.
Lo que quedó de su cuerpo produjo un golpe sordo en
la arena, como una bolsa a medio llenar.
Los hombres se desparramaron. Sólo quedaba una cosa
por hacer. Les grité que se refugiaran en la nave. El fuego
253

